20061027

LA POLITICA ECONOMICA COLOMBIANA

Alberto López Núñez.

En una lectura reciente de una manual de historia colombiana, escrito por un historiador norteamericano, lo que más me impresionó fue su brillante aserción de que el éxito de la estabilidad política y por ende económica de Colombia se debe a la inexistencia de un gobierno populista en este país.

El pasado fin de semana leí un artículo extremadamente interesante sobre la evolución de la política económica de Colombia, desde mediados del siglo anterior. Se trata de “ Entre Neoliberalismo y Neoconservatismo” de Salomón Kalmanovitz, en El Espectador del sábado 21 de octubre del 2006.

Me impresionó sobremanera su objetividad, claridad y concisión. Sólo una falla grave conceptual tiene este artículo y es una confusión terminológica, pues confunde liberalismo, conservatismo y sus versiones neo; en el transcurso de este artículo explicaré mi comprensión del artículo basado en una terminología más clara, pues Kalmanovitz confunde Liberalismo, la teoría política y económica europea del siglo XIX, con liberalismo, las acciones del Partido Liberal Colombiano; neoliberalismo, la tesis económica de los principales economistas del siglo XX, con la política económica del Presidente Uribe, y finalmente acuña un neologismo “neoconservatismo”(sic).

Comienza Kalmanovitz señalando “ Es peculiar que el llamado liberalismo social en Colombia, caracterizado por una alta intervención estatal, se moviera dentro de un tenso equilibrio entre libertad económica y política, puesto que estados fuertes tendían a ser impositivos sobre sus ciudadanos. Lo que el liberalismo no pudo llevar a cabo en Colombia fue un intervencionismo basado en la tributación”. Aquí en mi entender Kalmanovitz describe una política económica Liberal ( repito en el sentido europeo) implementada por el Partido Liberal Colombiano, que nada tiene que ver con el Liberalismo económico europeo. Continúa “ fue esta incapacidad de redistribuir el ingreso lo que dio vida al populismo gaitanista… El aplastamiento del proyecto populista por los conservadores fue seguido por la organización de un modelo económico corporativo, pues tenía como referente a los gremios de la producción y a la central sindical conservadora…Es curioso que el modelo corporativo conservador en Colombia se convirtiera en política de Estado por más de 40 años, algo que le era común al resto de países latinoamericanos aunque fuera mas obrerista y radical en los populismos del cono sur. Eso nos insinúa que el legado institucional que compartimos, de raigambre antiliberal, esté a la base de esas inclinaciones políticas”. En realidad lo que hubo en Colombia en ese período fue una política liberal moderada ( esto es con matices sociales) compartida tanto por Conservadores como Liberales, y es esa política moderada y no la influencia determinante del populismo que dominó en el resto de Latinoamérica, lo que explica según el historiador norteamericano el éxito económico de Colombia.

Prosigue Kalmanovitz: “ De 1974 en adelante un equipo de técnicos liderado por Rodrigo Botero y Miguel Urrutia intentaron liberalizar la economía que estaba arrojando superávit en la cuenta externa del país, lo que hacía necesario importar más para frenar la reevaluación de la tasa de cambio. Todos los gremios patronales y de trabajadores se volvieron contra el gobierno que en 1977 echó para atrás sus reformas, restaurando el modelo corporativo que de nuevo frenó el desarrollo exportador del país. El gobierno conservador de Belisario Betancourt reafirmó tales políticas, aumentando todavía más el arancel en medio de la crisis de la deuda latinoamericana” Lo que se intentó en 1974 fue a mi entender la eliminación de los matices sociales de la política económica liberal moderada, para implementar una política neoliberal pura, basada estrictamente en el juego de la oferta monetaria.

Concluye Kalmanovitz: “ Los defensores del modelo son ahora la izquierda y sectores del Partido Liberal que acusan a los técnicos de neoliberales, algo que confunde los roles porque el adjetivo refleja una posición política de la derecha iniciada por Regan y Tatcher. Su característica fundamental es la reducción de los impuestos a los ricos y del gasto social. Extraño que el liberalismo colombiano haya duplicado el tamaño del Estado y con ello los impuestos para financiarlo. Lo cierto es que hoy el gobierno intenta reducir los impuestos a los ricos. Yo no lo llamaría neoliberalismo sino como neoconservatismo”.

Aquí si que se pierde en la estratosfera Kalmanovitz,: la izquierda y el Partido Liberal defensores de un programa económico Liberal? Reagan y Tatcher aplicando una política económica común, cuando fuera de lo obvio superficial, estuvieron éstas en las antípodas? A cual liberalismo colombiano se refiere? Neoliberalismo el programa de Uribe, cuando hace hincapié fundamental en lo social? Finalmente que es eso de “neoconservatismo”?.

Como dije al principio Kalmanovitz está en lo correcto, solo que confundido terminológicamente, yo haría la siguiente interpretación libre de su artículo: Colombia desde los 40 del siglo pasado ( aunque yo diría que desde siempre) ha aplicado una política económica liberal moderada, dejando a la economía de mercado desarrollarse libremente, pero con un énfasis en la acción social del Estado ( en principio yo diría que este modelo es una “Economía Social de Mercado”); en los 70 se trató de desmontar este sistema, por uno basado en la oferta monetaria, tal como lo popularizó Laffer y lo implementó Reagan; pero no se pudo por la oposición de los gremios profesionales y sindicales; pero en los 90 se insistió en el desmonte del modelo, con una agresiva política neoliberal, basada en el modelo monetarista ( véase: Sargent,T: Macroeconomic Theory, NY, Academic Press, 1979). Uribe continúa con este modelo económico, pero acentuando el rol social del Estado, es decir moderando el modelo económico neoliberal, a través de un programa de incentivos para la reducción de la pobreza, vía una reforma fiscal estructural y un redimensionamiento del Estado, con énfasis en la eficacia de la implementación de las políticas; esto es, lo que yo llamaría una política económica pluridimensional. En cuanto a lo de “ neoconservatismo”(sic) lo considero más un barbarismo, que un neologismo.

DE LA POLITICA DE SEGURIDAD DEMOCRATICA A LOS ACUERDOS DE PAZ

ALBERTO LOPEZ NUÑEZ

Todo hace ver que Colombia se apresta a iniciar una nueva era política, social y económica, en la cual previsiblemente se erradicaría la violencia endémica, y se instauraría una paz estable y duradera. Recálquese que digo iniciar y esto en estricto sentido histórico, es decir, que el proceso tardaría años, probablemente alrededor de un lustro, en los términos más positivos, y quizás hasta una década; pero lo importante es que se inicia con los pies en la tierra, esto es, con bases firmes y con la clara intención de ambos bandos de terminar positivamente el proceso que se inicia.

En primer lugar se debe enfatizar que este inicio de un proceso de pacificación es verdadero, serio y global: ya se logró la desmovilización de las AUC, se está en conversaciones con el apoyo de Fidel con el ELN, y el gobierno y las FARC han hecho pública y explícita su decisión de realizar un intercambio humanitario para enseguida iniciar conversaciones de paz. Esto significa según mis humildes en cálculos que en un periodo de 3-6 meses se finiquitaría el problema de los paramilitares, en el 2007 se resolvería lo del ELN, y en unos 12-18 meses se lograría el acuerdo humanitario, para a partir de allí iniciar el proceso de pacificación con las FARC.

En segundo lugar se debe enfatizar que estos logros tienen una sola e inequívoca causa: el rotundo éxito de la política de seguridad democrática de Uribe. Las dotes de estadista de éste ha permitido quebrar definitivamente el poder territorial de las FARC, y con el imprescindible apoyo del Plan Colombia, debilitar definitivamente la capacidad de acción de este grupo que se inició como una guerrilla ideológica de izquierda y se transmutó en una banda de narcoterroristas.

Este proceso está signado por una fuerte dosis de cálculo estratégico y negociaciones diplomáticas, en el cual se juega el resultado político final de la confrontación armada. Es por eso que pareciera que cada parte con el intercambio humanitario hace una concesión al adversario con el objetivo de pasarle factura en las negociaciones posteriores. De allí, que seguro de haber puesto contra la pared a las FARC, ahora Uribe si se puede dar el lujo de mostrarse solícito a dialogar con las FARC, pero sin bajar la guardia en su política de seguridad democrática; finalmente Uribe pone sobre la mesa cartas muy atractivas para las FARC, de manera que no se diga que es por intransigencia del gobierno que no se inicia el diálogo, sin llegar a aceptar condiciones absurdas, como la de ceder dos Departamentos a la guerrilla, para la realización del mismo. Está claro pues, que no se volverá a repetir el error del Caguán, ahora habrá diálogo pero en los términos que mejor favorezca a la paz y tranquilidad ciudadana, esto es sin ventajas estratégicas ni tácticas para los grupos guerrilleros.

Tal como lo señala Alfredo Rangel, “hay que decir que el endurecimiento de las posiciones y la ampliación de las exigencias son aunque parezca lo contrario, demostraciones de las intenciones de negociar en serio. Ambas partes quieren disponer de la mayor cantidad posible de cartas en el momento de iniciar el juego de la negociación. Mientras más cartas tengas, más concesiones podrás lograr de la contraparte” ( “Avance estático”, Semana, 9-10-2006). Pero repito este inicio de la posibilidad de un diálogo serio se debe únicamente a la preponderancia que el gobierno de Uribe ha obtenido sobre la guerrilla, gracias a la política de seguridad democrática.

Por supuesto que el indicar que se abre la posibilidad de un diálogo efectivo, no significa cantar victoria, todavía hay en el ambiente muchas y muy importantes preguntas: “Un Gobierno al cual le ha tomado cuatro años anunciar el despeje de dos municipios… ¿Podrá aceptar la idea de que las FARC son un sujeto aceptable para una negociación política? ¿ Y una guerrilla que tradicionalmente se ha apoyado en el hecho-innegable- de que el establecimiento le mama gallo a reformas de fondo, para, a su vez, ella misma mamarle gallo a una negociación, como hizo en los años del Caguán, está dispuesta a sentarse a discutir en serio, el abandono de la lucha armada?... Casi todo conspira en contra. Quizá el efecto más grave del Caguán fue dejar en el más completo desprestigio la idea misma de solución negociada. El presidente Uribe fue reelegido y sigue viviendo de ese sentimiento, compartido por millones de colombianos” (Alvaro Sierra, “ La carta de las FARC”, Cambio, 9-10-2006).

Concluyamos que justamente debido a las dificultades estratégicas, y a la animadversión del pueblo y gobierno a la solución negociada, es que el tema tiene una significación histórica, y que, “last but not least”debido al éxito de Uribe en doblegar a las FARC, es que ahora se puede dar el lujo de negociar con ellas, pero en condiciones de superioridad estratégica, y no en las lamentables condiciones en que se aceptó ir al Caguán. Lo demás es cuestión de manejo táctico de los negociadores, y en esto los Colombianos son expertos.

20061017

DE LA POLITICA DE SEGURIDAD DEMOCRATICA A LOS ACUERDOS DE PAZ

ALBERTO LOPEZ NUÑEZ

Todo hace ver que Colombia se apresta a iniciar una nueva era política, social y económica, en la cual previsiblemente se erradicaría la violencia endémica, y se instauraría una paz estable y duradera. Recálquese que digo iniciar y esto en estricto sentido histórico, es decir, que el proceso tardaría años, probablemente alrededor de un lustro, en los términos más positivos, y quizás hasta una década; pero lo importante es que se inicia con los pies en la tierra, esto es, con bases firmes y con la clara intención de ambos bandos de terminar positivamente el proceso que se inicia.

En primer lugar se debe enfatizar que este inicio de un proceso de pacificación es verdadero, serio y global: ya se logró la desmovilización de las AUC, se está en conversaciones con el apoyo de Fidel con el ELN, y el gobierno y las FARC han hecho pública y explícita su decisión de realizar un intercambio humanitario para enseguida iniciar conversaciones de paz. Esto significa según mis humildes en cálculos que en un periodo de 3-6 meses se finiquitaría el problema de los paramilitares, en el 2007 se resolvería lo del ELN, y en unos 12-18 meses se lograría el acuerdo humanitario, para a partir de allí iniciar el proceso de pacificación con las FARC.

En segundo lugar se debe enfatizar que estos logros tienen una sola e inequívoca causa: el rotundo éxito de la política de seguridad democrática de Uribe. Las dotes de estadista de éste ha permitido quebrar definitivamente el poder territorial de las FARC, y con el imprescindible apoyo del Plan Colombia, debilitar definitivamente la capacidad de acción de este grupo que se inició como una guerrilla ideológica de izquierda y se transmutó en una banda de narcoterroristas.

Este proceso está signado por una fuerte dosis de cálculo estratégico y negociaciones diplomáticas, en el cual se juega el resultado político final de la confrontación armada. Es por eso que pareciera que cada parte con el intercambio humanitario hace una concesión al adversario con el objetivo de pasarle factura en las negociaciones posteriores. De allí, que seguro de haber puesto contra la pared a las FARC, ahora Uribe si se puede dar el lujo de mostrarse solícito a dialogar con las FARC, pero sin bajar la guardia en su política de seguridad democrática; finalmente Uribe pone sobre la mesa cartas muy atractivas para las FARC, de manera que no se diga que es por intransigencia del gobierno que no se inicia el diálogo, sin llegar a aceptar condiciones absurdas, como la de ceder dos Departamentos a la guerrilla, para la realización del mismo. Está claro pues, que no se volverá a repetir el error del Caguán, ahora habrá diálogo pero en los términos que mejor favorezca a la paz y tranquilidad ciudadana, esto es sin ventajas estratégicas ni tácticas para los grupos guerrilleros.

Tal como lo señala Alfredo Rangel, “hay que decir que el endurecimiento de las posiciones y la ampliación de las exigencias son aunque parezca lo contrario, demostraciones de las intenciones de negociar en serio. Ambas partes quieren disponer de la mayor cantidad posible de cartas en el momento de iniciar el juego de la negociación. Mientras más cartas tengas, más concesiones podrás lograr de la contraparte” ( “Avance estático”, Semana, 9-10-2006). Pero repito este inicio de la posibilidad de un diálogo serio se debe únicamente a la preponderancia que el gobierno de Uribe ha obtenido sobre la guerrilla, gracias a la política de seguridad democrática.

Por supuesto que el indicar que se abre la posibilidad de un diálogo efectivo, no significa cantar victoria, todavía hay en el ambiente muchas y muy importantes preguntas: “Un Gobierno al cual le ha tomado cuatro años anunciar el despeje de dos municipios… ¿Podrá aceptar la idea de que las FARC son un sujeto aceptable para una negociación política? ¿ Y una guerrilla que tradicionalmente se ha apoyado en el hecho-innegable- de que el establecimiento le mama gallo a reformas de fondo, para, a su vez, ella misma mamarle gallo a una negociación, como hizo en los años del Caguán, está dispuesta a sentarse a discutir en serio, el abandono de la lucha armada?... Casi todo conspira en contra. Quizá el efecto más grave del Caguán fue dejar en el más completo desprestigio la idea misma de solución negociada. El presidente Uribe fue reelegido y sigue viviendo de ese sentimiento, compartido por millones de colombianos” (Alvaro Sierra, “ La carta de las FARC”, Cambio, 9-10-2006).

Concluyamos que justamente debido a las dificultades estratégicas, y a la animadversión del pueblo y gobierno a la solución negociada, es que el tema tiene una significación histórica, y que, “last but not least”debido al éxito de Uribe en doblegar a las FARC, es que ahora se puede dar el lujo de negociar con ellas, pero en condiciones de superioridad estratégica, y no en las lamentables condiciones en que se aceptó ir al Caguán. Lo demás es cuestión de manejo táctico de los negociadores, y en esto los Colombianos son expertos.

ALBE


20061008

Una crítica realista de la política exterior de Bush (II)

Alberto López Nuñez

Los cuatro principios del neoconservatismo, que citábamos en el artículo anterior, son compartidos por diversos grupos a lo largo y ancho del espectro político norteamericano. El principio de una política exterior basada en la democracia, es compartido por los demócratas, por ejemplo. El problema radica en que los neoconservadores después del colapso del comunismo tienden a sobrestimar el nivel de amenaza sobre los Estados Unidos. En particular, para Fukuyama, “ el optimismo excesivo sobre el Iraq post-Saddam definió el escenario para pensar sobre los requisitos de la seguridad post-conflicto y la construccuón de la nación” ( America at the Crossroads, p 63). El 11-S cambió la percepción de las amenazas para los EUA, según Fukuyama, porque unió en una combinación mucho más letal que separados, dos factores: el Islamismo radical y las armas de destrucción masiva:” puestas juntas, las dos elevaron por primera vez la posibilidad de una amenaza, indetenible, de tipo nuclear o biológico para los Estados Unidos” ( ibid, p67),

Está claro que el propósito del Jihadismo es tanto político como religioso. La implicación de este punto de vista es que no estamos en un “ conflicto de civilizaciones” sino algo más familiar basado en nuestra experiencia del siglo pasado: “la gente más peligrosa no son los piadosos musulmanes, en el Medio Oriente, sino los alienados y desraizados jóvenes en Hamburgo, Londres, o Amsterdam, quienes parecidos a los fascistas y marxistas antes de ellos, ven la ideología ( en este caso el Jihadismo) como la respuesta a su búsqueda de identidad” ( p 73). En base a esta premisa, para Fukuyama la racional de la guerra en Iraq, fue errónea, pues EUA no utilizó el argumento de los bienes públicos globales para la invasión, sino que postuló la amenaza directa de Iraq sobre los Estados Unidos.

El error fundamental de la política Bush es confundir una política preventiva con una guerra preventiva: “la prevención es usualmente entendida como un esfuerzo para romper un ataque militar inminente, la guerra preventiva es una operación militar diseñada para descabezar una amenaza que se materializaría en meses o años” ( p 83). Para Fukuyama, “ la guerra preventiva no puede ser descartada como un componente de la gran Estrategia Americana. Pero hacer de ésta la característica central lleva a grandes riesgos y costos que sólo se hacen muy evidentes en retrospectiva” (p88).

El problema central para Fukuyama no está en la demostración de la peligrosidad de Saddam: “ Lo que está menos claro es la legitimidad bajo el Derecho Internacional del enforsamiento de las resoluciones de las Naciones Unidas por la parte de 2 miembros del Consejo de Seguridad- EUA y GB- por su propia cuenta” ( pp 96-97).

El error fundamental para Fukuyama está en basar la guerra preventiva en el excepcionalismo de los EUA, una línea de pensamiento que tiene una larga historia en ese país.

“La noción de que el liderazgo norteamericano de la guerra fría podría transformarse en una postura de hegemonía benévola vis-a-vis del resto del mundo, contiene un número de fallas estructurales que la hacen insostenible como la base a largo plazo para conceptualizar la política exterior norteamericana” ( p111).

La guerra de Iraq expuso los límites de la hegemonía benévola de los EUA, así como los límites de las actuales instituciones internacionales, en particular la ONU, “ el viejo modelo realista de las relaciones internacionales que ve el mundo organizado exclusivamente alrededor del estado-nación simplemente no corresponde con el mundo que está emergiendo, y no es suficiente para llenar las condiciones de legitimidad y eficacia en la acción internacional en el futuro” ( p157).

La solución realista para Fukuyama está en que la voluntad legítima y efectiva de la acción internacional esté en la creación de nuevas instituciones adaptadas a las nuevas circunstancias.

Para Fukuyama el mundo actual es muy diverso y complejo para ser cuidado propiamente por un solo cuerpo global. La respuesta lógica está en una multiciplidad de organizaciones que puedan proveer tanto el poder como la legitimidad para diferentes tipos de retos al orden mundial. Para Fukuyama la vía más importante por la cual se puede ejercer el poder norteamericano no es a través del poder militar sino por la habilidad de los EUA para formar instituciones internacionales. John Ikenberry, en efecto demuestra que fue precisamente esta vía la que ejerció EUA como poder dominante inmediato a la II guerra mundial ( Ikkenberry,J : After Victory, Princeton UP, 2001).

Esta es pues una crítica constructiva y realista a la política exterior de Bush, realista porque comparte los principios fundamentales de la política, pero evalúa objetivamente sus límites y fallas. No está basada por supuesto, en un virulento antinorteamericanismo, sino que propone una vía más legítima y eficaz para ejercer el dominio de los EUA.