20080709

QUE BERRACOS[1]

Alberto López Núñez.

Que berraco, el Presidente de la República, el Doctor Alvaro Uribe Velez, quien en la campaña electoral del 2002 prometió arrinconar a la guerrilla y con una política de seguridad democrática, darle la seguridad que anhelaba Colombia para lograr su desarrollo. Muchos criticaron la fidelidad de Uribe a sus principios, instándole a una diálogo con las FARC, que traficaba con el dolor humano, pero él insistió vehemente en su política, que hoy le da la razón, cuando por fin las FARC se encuentran arrinconadas como él lo prometió, y en el fin del fin, de su obstinada lucha narcoterrorista.

Que berraco, el Ministro de la Defensa, Juan Manuel Santos, quien ha sabido interpretar las ideas del Presidente y articular una victoriosa estrategia política y militar de lucha contra el narcoterrorismo. Sabiamente Santos ha logrado una comunicación perfecta con el alto mando militar, conducido una lucha sin cuartel contra las FARC, logrado convencer a las poblaciones rurales de apoyar consecuentemente los esfuerzos militares, y minado la moral de las milicias guerrilleras, produciendo una desmovilización gigantesca, no solo de nuevos reclutados sino de cuadro medios con hasta más de 20 años de lucha en esa guerrilla. Con esa loable gestión ministerial, Juan Manuel Santos se perfila como el heredero natural de Uribe, en la continuación de la Política de Seguridad Democrática, dada la imposibilidad constitucional de reelección, y la conveniencia de no modificar la Constitución, para un fin ad hoc, que representaría un grave peligro para la institucionalidad democrática del país.

Que berracos los generales Padilla y Montoya, que encarnan la nueva estrategia de lucha militar, eficaz, sofisticada, con un alto grado de inteligencia y profesionalismo, que la hace invencible frente a grupos desmoralizados, incomunicados, corruptos, deleznables, ineficientes y crueles.

Que berracos los integrantes de la Inteligencia Militar, que lograron idear e implementar el más osado y eficiente plan de inteligencia jamás visto, infiltrando el alto mando guerrillero y sólo con las armas del ingenio y la temeridad lograr sin un solo disparo la recuperación de 15 importantes rehenes de esa inhumana banda narcoterrorista.

Que berraca Ingrid Betancourt, quien luego de su rescate ha mostrado una inteligencia no solo racional sino emocional, un equilibrio y una personalidad espeluznantes, una cordura y una capacidad de liderazgo, además de su reconocido carisma, que la proyectan como una de las principales figuras políticas no solo de Colombia sino del Continente de este siglo.

Que berraco el pueblo Colombiano, de quienes todos los arriba citados son emanación y prototipo, el cual ha sabido con trabajo, inteligencia, voluntad y patriotismo, enfrentar una fratricida lucha de más de 40 años, que le ha impedido sobresalir en desarrollo económico y social, pero que demuestra a pesar de la calamidad de la violencia, un espíritu, cultura, laboriosidad y decencia que lo destaca como un gran pueblo. Gracias a la perseverancia de Uribe y a la voluntad de los colombianos, los narcoterristas se encuentran hoy expuestos al ridículo, y ojala acepten esta derrota humillante para convencerse del error histórico que han cometido, y acepten un diálogo, que los lleve a la renuncia de la violencia; quizás esta sea su última oportunidad, antes de verse sus cuadros altos aniquilados y despreciados por sus propios militantes, que “en masse” se desmovilizarán e integrarán pacíficamente a la sociedad colombiana.



[1] En argot venezolano, arrecho. Colombianismo para calificar a una persona con coraje, tenacidad, emprendimiento, capacidad y persistencia.