20060325

LA MARCHA DE LA LOCURA

ALBERTO LOPEZ NUÑEZ


En su ya clásica obra,”THE MARCH OF FOLLY” (Ballantine Books, NY, 1984). La historiadora Barbara Tuchman, presenta un fenómeno histórico persistente en todas las épocas y en todas las áreas: la consecución de los gobiernos de políticas contrarias a sus propios intereses. Yo propondría ampliar el concepto para incluir todo agente político, y hasta comunidades y naciones enteras. Es pues un mal congénito de la sociedad humana que brota intermitentemente: la marcha de la locura.

En este breve artículo me abocaré a explorar la marcha de la locura de la Venezuela de las 3 últimas décadas. Venezuela se distorsionó con la bonanza petrolera luego de las crisis energéticas de los 70 e inicios de los 80, con su consecuente inflación de ingresos petroleros, que no fueron invertidos sabiamente, sino despilfarrados ridículamente. Ya a inicios de los 80 expertos venezolanos dieron cuenta del fenómeno de la ILUSIÓN DE ARMONÍA, como acertadamente se llamó la obra dirigida por Ramón Piñango: la distribución de los ingresos petroleros sin un análisis de costos, ingenuamente creyendo que se podía satisfacer infinitamente los deseos de todos los sectores.

Cuando los ingresos petroleros disminuyeron, el sistema político entró en crisis, pues esa ilusión de armonía no se podía sostener más. Considero que allí comenzó la marcha de la locura en nuestro país: a pesar de los esfuerzos de CAP por reorientar la conducción de la política económica, en su segundo período, corrigiendo los garrafales errores del primero, las elites no comprendieron la necesidad de esa reconducción y se empeñaron en continuar la vía del populismo demagógico.

En particular los actores políticos no comprendieron la necesidad de una cambio radical del sistema (véase Alberto López Núñez: “Reformulación del Sistema Político Venezolano”, mimeo, IDEA; 1992). El encantamiento con los felones del 4F, la defenestración de CAP, la elección de Caldera y el sobreseimiento de éste a los golpistas, determinó el derrumbe de la democracia, apoyada por la ceguera de la dirigencia política en no “cortar por lo sano” el camino de Chávez, reformándose y presentando una verdadera alternativa democrática a la anomia existente en ese entonces en el país.

Lo que algunos ilusos creyeron que significaría el triunfo de Chávez: la regeneración del país, no oyendo las voces de unos poquísimos que estábamos claros en lo que esto realmente significaba, permitió, vía el masivo apoyo de los medios en un arrollador triunfo del hoy autócrata “socialista-narcisista”(Oppenheimer, “Cuentos Chinos”, 2005).

Pero el triunfo de la marcha de la locura se profundizó con la claudicación de los partidos políticos a Chávez, desde los mismos inicios de su gobierno cundo éste instauró la dictadura con la toma del Congreso. Da lastima de quienes todavía hablan de que “vamos a la dictadura”, pues en realidad vivimos en ella desde el mismo 1999. La insistencia de algunos opositores en jugar a la democracia, participando a como de lugar en unas elecciones amañadas, no haría sino perpetuar a Chávez en el poder. La única vía para salir de Chávez es obligándole vía la presión popular, a aceptar las reglas del juego democrático, realizando unas elecciones que se ajusten al pie de la letra a las normas pre-establecidas, y si no, no participando, desenmascarándolo como un dictador.

Lamentablemente, Tuchman ( ni ningún otro analista que yo sepa) que analiza las marcha de la locura desde Troya hasta Vietnam, no ha analizado lo que sucede luego para que estas sociedades recuperen el camino cuerdo ( me interesan por ejemplo los casos de Inglaterra luego de la pérdida de sus colonia americanas, y de los Estados Unidos, luego de la derrota en Vietnam).

De haber sido así, tendríamos elementos para saber como salir en Venezuela de esta marcha de la locura en la cual vivimos actualmente, por lo pronto a mi me embarga una pesimista incertidumbre.